de nuestros retiristas
después de vivir el retiro del dag
“En el retiro DAG recibí la validación que mi alma anhelaba y pude aprender sobre el regalo del perdón que Jesús nos regaló a toda la humanidad y sentí un alivio y consuelo inexplicable.
Ese consuelo y amor me llevó a reconocer todas las acciones dañinas que ocasioné a mi cuerpo, mi persona y a los demás en respuesta y como prevención del abuso recibido. Y de este modo, sentí mucho arrepentimiento y en el sacramento de la penitencia me encontré con la misericordia infinita de Jesucristo, que no me juzga, sino que me comprende y me perdona.
Ahora he podido compartir con otras personas mi testimonio y también la validación, el consuelo, el amor y el perdón. Y es un ciclo que me lleva al agradecimiento, y poco a poco he ido experimentando felicidad, deseos de vivir y cuidar mi cuerpo.”

Retirista
Nicaragua“Mi vida dio un giro de 180 grados después de que viví el DAG. Cada una de las actividades me ayudó a liberarme del silencio, dolor y enojo que guardé por muchos años. Me sentí respaldada y apoyada, algo que nunca había experimentado en mi vida. Hoy en día me siento libre y auténticamente feliz, soy capaz de poner límites, decir no, escucharme, amarme. Me siento más unida a Jesús y eso ha sido muy sanador.”

Retirista
Nicaragua“Fue gracias al retiro del DAG que pude reconocer todo el dolor y enojo que llevaba dentro de mí y que había cargado por décadas y pude entregárselas a Jesús. Después del retiro he continuado con mi proceso de sanación con terapia y guía espiritual.”

retirista
NicaraguaEl dolor era insoportable. Busqué todo tipo de terapias que me recomendaron para aliviar el infierno que sentía por dentro. Llegué a pensar que Dios hacía muchos años había decidido darme la espalda.
Continuamente pensé en el suicidio, quise apagar el dolor con placer y terminé cada vez más triste y sola.
El DAG llegó a mí y me rescató. Jesús vino por su ovejita herida. Embalsamó mis heridas y reconstruyó mi sexualidad.
